Así será el mundo hiperconectado que viene

Desde nuestros smartphones hasta las plantas eléctricas: todo estará conectado en un futuro marcado por el Internet de las Cosas, el ‘edge computing’ y la obsesión por dotar de inteligencia a cada resquicio de existencia.

Si alguien quedara atrapado en una cápsula y pasara en ella todo el siglo XX, despertaría en un mundo no muy distinto al que conocía anteriormente. Las televisiones habrían pasado del blanco y negro al color, los coches serían más rápidos, los juegos mesa habrían dado paso a incipientes videojuegos; las fábricas habrían mejorado más sus cadenas de montaje y las primigenias máquinas de cálculo habían dado paso a no menos ingentes mainframes y algún que otro ordenador personal todavía poco extendido. Igualmente, el teléfono que ya existía desde el siglo XIX seguía estando en su sitio, la casa o el trabajo, con apenas unos pocos prototipos de teléfonos móviles adosados a vehículos y otros enseres por el estilo. Qué vértigo da pensar en cómo todo esto ha cambiado en apenas veinte años.

La informática personal, la irrupción de los smartphones, la aparición en escena de la nube y la omnipresencia de Internet han transformado por completo la economía y la sociedad en que vivimos. En 2016, más de 22 millones de españoles se conectaron a Internet todos y cada uno de los días del año, según un informe de Telefónica. La economía colaborativa ha transformado sectores que parecían ajenos al paso del tiempo -como los taxis o el alojamiento turístico- y la tecnología digital está insertada a fuego en ámbitos tan conservadores como la educación o la sanidad. Lo verdaderamente apasionante es que, pese a no poder ni reconocer el mundo previo a los 2000, lo cierto es que el futuro inmediato que nos espera será igual o más revolucionario de lo que jamás podríamos haber imaginado. Y, en este nuevo paradigma, una única palabra conforma el eje central del cambio global y transversal: hiperconectividad.

HUMANO CONECTADO

Partimos de una sociedad donde la conectividad personal ya es más que universal, al menos en los países desarrollados. En estos momentos, más de 5000 millones de personas tienen un smartphone en sus manos. Estos dispositivos, en un inicio fruto de la evolución de un mero teléfono móvil, sirven hoy para tareas tan diversas como acompañarnos cuando salimos a correr, pagar en cualquier tienda como si fueran nuestras tarjetas de crédito, servir como epicentro de nuestro entretenimiento o acceder a nuestras aplicaciones de negocio desde cualquier lugar del mundo.

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