La información como medicamento

GMV se posiciona en la llegada del ‘big data’ y la teleasistencia a la sanidad con proyectos para prevenir enfermedades en la sangre, la fragilidad y el alzheimer temprano por el uso de las redes sociales.

El director de Desarrollo de Negocio de sanidad de GMV, Carlos Royo, explica el momento que atraviesa el maridaje de tecnología y salud de forma entendible para cualquier nativo digital: «La empresa de transporte más grande es Uber y no tiene coches, puede que en el futuro la empresa más grande de sanidad no tenga ni hospitales, ni médicos». En el Foro de Davos, los CEO de Microsoft y Nokia, que podían optar a cualquier mesa de debate, escogieron la del futuro de la salud. Para Royo no es casual. «Estamos en la prehistoria de lo que viene».

GMV planea posicionarse en tecnologías como la telemedicina en tiempo real, la monitorización de enfermos crónicos, la telerehabilitación, la explotación de datos clínicos mediante big data o el procesamiento de imagen médica. Una de sus propuestas más ambiciosas es la suite de e-health Antari, «una plataforma de atención no presencial diseñada pensando en la cronicidad», que genera el 70% del gasto sanitario en la UE y que se extiende más allá de enfermedades como diabetes o EPOC ante el progresivo envejecimiento de la población, uno de los grandes desafíos de sostenibilidad del sistema. La propuesta de GMV «permite la rehabilitación de forma ubicua», y se ha diseñado considerando que «todo lo que tiene que ver con la atención no presencial será muy potente», según Carlos Royo.

Por el lado de las tecnologías, el big data «cambiará el mundo de forma radical», y ni siquiera los problemas de interoperabilidad de datos que todavía lastran al sistema sanitario lo van a poder evitar. «Somos la empresa europea que más proyectos de big data estamos ganando», afirma el directivo de GMV. En el proyecto Hexin «extraemos información de los datos del Sergas [Servicio Gallego de Salud], como los estudios de morbilidad en enfermedades crónicas, homogeneizando datos».

En una línea similar, el papel de GMV en Harmony, otro proyecto de la convocatoria IMI (Iniciativa de Medicamentos Innovadores), consiste en realizar un análisis masivo de datos para ayudar a los médicos en la toma de decisiones para enfermedades de la sangre. Y el proyecto Mopead se dirige a reclutar ciudadanos en un estadio inicial de alzheimer. Resulta llamativo que una de las vías para detectarlos sea «el uso que hacen de las redes sociales», apunta Royo.

El big data es especialmente útil para trazar modelos predictivos, «porque puedo establecer patrones». El proyecto Facet, en el que también participa GMV, aplica su plataforma de telemedicina antari Home Care para prevenir y frenar la fragilidad, término que alude al deterioro funcional de la población de edad avanzada. En su opinión, por eso, «el big data debería ser patrimonio de la humanidad».

Conectados con el big data están los desarrollos en el internet de las cosas y los wearables, que «monitorizarán tus constantes, la polución o la temperatura, y al cruzar esa información con tu patología obtendremos diagnósticos impensables hasta ahora». Carlos Royo cree en su valor disruptivo. «Desde casa, sin necesidad de desplazarse al hospital, el ciudadano se sentirá bien atendido».

Teniendo en cuenta que una noche de hospital cuesta alrededor de 1.000 euros, se prevé un fuerte impacto en la reducción de costes, a lo que hay que añadir su eficacia con lo que se conoce como falta de adherencia al tratamiento, que «provoca 11.000 millones de euros en pérdidas al sistema, porque los médicos prescriben y el paciente se lo toma o no».

«Vamos a estar monitorizados con dispositivos cada vez más pequeños», afirma Royo. «La información no sólo de mi enfermedad, sino de mi vida se va a ver; y alguien o una máquina vigilará mi salud. Pero es que si tengo una patología crónica quiero que la conozca todo el mundo, tener la capacidad de dar esa información».

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